El Momento Cumbre: La Experiencia de Degustar el Cachopo de los 20 Premios en Las Tablas del Campillín

Has viajado desde Málaga, cruzando cientos de kilómetros, con la promesa de un sabor legendario en tu mente. La travesía culmina al llegar a Oviedo, y más concretamente, a Las Tablas del Campillín. Este no es un restaurante cualquiera; es el santuario donde el cachopo asturiano ha alcanzado un nivel de perfección reconocido con 20 premios. El momento de sentarse a la mesa y pedir esa famosa especialidad es, sin duda, la cima de tu aventura gastronómica.
El Preámbulo: Ambiente y Servicio
Antes de que el cachopo haga su aparición estelar, te sumerges en la atmósfera del lugar. Las Tablas del Campillín suele ser un local vibrante, con el bullicio alegre de las sidrerías asturianas, pero con un toque de elegancia rústica. El aroma de la buena cocina, la sidra escanciándose y el murmullo de conversaciones crean un ambiente auténtico que prepara tus sentidos.
El servicio, a pesar de la popularidad del lugar, suele ser atento y eficiente. El personal, acostumbrado a los «peregrinos del cachopo,» puede ofrecerte recomendaciones o explicarte las peculiaridades del plato. La anticipación crece con cada minuto, sabiendo que estás a punto de probar una obra maestra culinaria.
La Llegada del Protagonista: Una Obra de Arte a la Vista
Cuando finalmente el camarero deposita el cachopo en tu mesa, la primera impresión es, a menudo, de asombro. Su tamaño es generoso, imponente, ocupando gran parte del plato. El rebozado, dorado y crujiente, invita a ser descubierto. No es solo comida; es una experiencia visual que confirma su reputación.
Pero el cachopo de Las Tablas del Campillín no es solo grande; es una sinfonía para los sentidos:
- El Color: Un dorado intenso y uniforme del empanado, que promete una textura perfecta.
- El Aroma: Al acercarte, percibes el perfume de la ternera de calidad, el inconfundible toque láctico del queso asturiano fundido y un sutil matiz de jamón. Es un aroma que habla de ingredientes frescos y bien cocinados.
- El Sonido: Al cortar la primera porción, un crujido satisfactorio te indica la perfección del rebozado. Al separar las capas, escucharás el suave «tirón» del queso fundido, que se estira invitando a cada bocado.
El Sabor: La Perfección en Cada Bocado
Este es el momento de la verdad. La primera mordida del cachopo de Las Tablas del Campillín, suele ser una revelación.
- La Textura: La capa exterior es crujiente y ligera, dando paso a una ternera tierna y jugosa. En el interior, el queso se deshace en la boca, cremoso y con el carácter justo, sin dominar, y el jamón aporta un punto salado y umami.
- El Equilibrio de Sabores: La clave de sus 20 premios reside en el equilibrio. Ningún ingrediente opaca al otro. La ternera asturiana de calidad es la base, el queso aporta cremosidad y sabor autóctono, y el jamón añade un toque salado que realza el conjunto. No es graso en exceso, sino jugoso y sabroso.
- La Cantidad Perfecta: A pesar de su tamaño, la calidad de los ingredientes y la ligereza del rebozado hacen que la experiencia sea disfrutable sin sentirse pesado, aunque siempre es mejor compartirlo.
La experiencia se completa con un buen culín de sidra natural asturiana, escanciado en el vaso, que limpia el paladar y prepara para el siguiente bocado, un maridaje inmejorable que subraya la autenticidad de la experiencia.
Conclusión: Degustar el cachopo de los 20 premios en Las Tablas del Campillín es mucho más que una simple comida; es la culminación de un viaje y una inmersión profunda en la esencia de la gastronomía asturiana. Desde la anticipación del viaje desde Málaga hasta el último bocado, cada momento forma parte de una experiencia inolvidable que justifica cada kilómetro recorrido. Es la prueba de que, a veces, la búsqueda del sabor perfecto bien merece una gran aventura.